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La tristeza más honda y dulce

Alejandra Pizarnik

Coleccionaba palabras; las seleccionaba y las distribuía en cajitas.

Luego las repartió: tras una selección perfecta, las liberó en versos memorables.

Se acercaba a todas las cosas con su extrema sensibilidad a flor de piel.

Su intensidad la consumió muy de prisa.

Sus poemas rondan siempre el abismo; al asomarse uno se extraña,  y la extraña.

 Hoy hace 38 años que decidió morir aquella tristedulce Alejandra.

Como siempre, es un gusto leerla:

.

L’obscurité des eaux

Escucho resonar el agua que cae en mi sueño.
Las palabras caen como el agua yo caigo. Dibujo
en mis ojos la forma de mis ojos, nado en mis
aguas, me digo mis silencios. Toda la noche
espero que mi lenguaje logre configurarme. Y
pienso en el viento que viene a mí, permanece
en mí. Toda la noche he caminado bajo la lluvia
desconocida. A mí me han dado un silencio
pleno de formas y visiones (dices). Y corres desolada
como el único pájaro en el viento.

Anillos de ceniza

                                                         A Cristina Campo

Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.

Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.

 Vértigos o contemplación de algo que termina

 

Esta lila se deshoja

Desde sí misma cae y oculta su antigua sombra.

 He de morir de cosas así.

 

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La rutina flota entre el recuerdo

La rutina flota entre el recuerdo. Acrílico, 2010.

Se derrama la sombra

al salir por la puerta:

el cuerpo entre paredes

mis recuerdos y yo,

al aire libre.

Francisco González Brizuela

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Sencillos deseos

Hoy quisiera tus dedos
escribiéndome historias en el pelo,
y quisiera besos en la espalda,
acurrucos, que me dijeras
las más grandes verdades
o las más grandes mentiras,
que me dijeras por ejemplo
que soy la mujer más linda,
que me querés mucho,
cosas así, tan sencillas, tan repetidas,
que me delinearas el rostro
y me quedaras viendo a los ojos
como si tu vida entera
dependiera de que los míos sonrieran
alborotando todas las gaviotas en la espuma.
Cosas quiero como que andes mi cuerpo
camino arbolado y oloroso,
que seas la primera lluvia del invierno
dejándote caer despacio
y luego en aguacero.
Cosas quiero, como una gran ola de ternura
deshaciéndome un ruido de caracol,
un cardumen de peces en la boca,
algo de eso frágil y desnudo,
como una flor a punto de entregarse
a la primera luz de la mañana,
o simplemente una semilla, un árbol,
un poco de hierba.

Gioconda Belli

(ELLAS leen a la poeta nicaragüense y les parece que esta mujer se desliza secretamente entre sus sentires más íntimos para luego ponerle letras y soltarlos al aire libre; ELLOS al leerla son seducidos inevitablemente. Solo que ELLOS la leen a escondidas, porque más de una vez se sonrojan y sienten que les falta mucho por aprender)

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A Don Quijote

A mis viejos

Fuiste

estandarte de la locura

ferviente defensor de lo ilusorio,

creyente visceral de lo imposible…

Fuiste inspiración, dolor, llanto

impotencia, carcajada, amor,

relato extraordinario…

Armadura de hojalata

permeable armadura,

brava con la injusticia,

benigna con la dulzura.

Tus corridas entusiastas

la garganta desgarrada, abierta a pleno,

reto al enemigo

y canto al valor…

No hay tiempo para el miedo

cuando la causa urge,

ni monstruoso divague

cuando el amor rebalsa.

¡Cuánto puede apresar la envidiosa cordura

a quién se enlaza con la utopía!

La prudencia oprime

exigiéndole  juicio al delirio,

pero al final se derrumba

y la locura

se des-pa-rra-ma.

La muerte no fue fin con tu muerte,

ella no pudo frustrar tu vida.

Hoy

tu tierno andar

imprime

un ritmo en nuestra historia,

y tu existencia cabalga:

perseverando, perseverando, perseverando…

__________________________________________________________________________

Gabriela González Brizuela

Invierno 2007

Imágen: BBC Mundo

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Shhhh

Implosiones minúsculas,

desconexión

la mente danza

melodías no evidentes

los ojos ven

donde antes no veían

la lógica es vencida

por otra lógica

menos petulante

y más permisiva

se gesta una anarquía

digna hija del arte

y yo aquí

con algunos de mis días

tan huérfanos.

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Arte y tiempo

Poesía,

expía al tiempo

que sacude

florece

agrieta

desteje

la vida.

Poesía …

sacude

profundo

florece

humedades

agrieta

rutinas

desteje

imposturas:

fecunda los días,

y colorea

esos pestañeos

entre sombras

y luces.

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Sobre sombras

La oscuridad acecha

deambula entre nosotros

reposa en cercanías

prepara su zarpazo

hasta que se presenta

en múltiples maneras:

con nocturna evidencia

o en las sombras diurnas,

en el miedo obstinado,

en la fantasía rota,

la oscuridad acecha

en cada parpadeo.

Nos toma distraídos

se muestra por completo

y en un breve momento

entendemos su esencia

es a partir de entonces,

de aquel escalofrío

gestor de movimiento,

que la estamos buscando.

Por eso escudriñamos

en cerraduras miopes

en cajones cerrados

en los ojos de alguien

en recuerdos callados

en las palabras falsas

en el silencio de Dios

en las noche sin sueño.

Y si acaso intentamos

ignorar su presencia

desmerecer su poder

fingir que ya no influye y

soltarlo en un poema

como lo estoy haciendo,

quieta y agazapada

silenciosa se impone,

se esparce, se derrama

en la huella del lápiz

que intenta dejarla atrás

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Hasta la poesía, siempre

Estimado don Mario: acabo de enterarme de su muerte. Ya sé que eran 88 años sobre la espalda; también seguí sus últimos desencuentros con la salud. No vaya a creer que es un reproche, pero justo un domingo a la tarde…usted sabe cómo son ya de por sí las tardes de domingo; esas horas  en las que  sobrevuela una atmósfera de melancolía tal que hasta las hojas de los árboles  caen más rápido y sin mayor gracia.

Además, uno no quiere aceptar que quede un poeta menos en este mundo. Por su mirada del mundo, por sus palabras, por la música de su poesía -y pese a sus errores-, recuerdo el final de su Quimera

ahora que los miedos son distintos

y la noche no asusta

y me sé fragil y eso me hace fuerte

sé yo / recuerdo / para darme vuelta

y enfrentar al fantasma de la nada


mientras, yo deseo que no lo encuentre la nada sino una belleza tal que por única vez lo deje sin palabras.

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Susurros

Brisa íntima,

piel alerta.

Grieta y límite

son surcados

por tus palabras

en pantuflas.

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Cotidiano

En cada oscuridad yo me descalzo

y con los pies aún tibios y suaves

resbalo el filo de una tensa hoja

-el feroz límite de la página-

hasta que llega la magia húmeda

tinta vital fluye y se une a la negra

tejiendo horas que me regocijan.

Entonces vuelven los intensos días

rastreando a bandidos londinenses;

sorteando laberínticos espejos

o recordando mares con Ulises;

mariposas y goce en Macondo;

los silenciosos páramos de Rulfo;

las ganas de abrazar mucho a la Maga;

verdes noches en viles dictaduras,

caricias a los gatos de Soriano.

Hasta que vuelve el recurrente día

y ese vulgar zarpazo cotidiano,

de razón utilitaria y mercantil,

pretende extirpar la fantasía

que sigue resistiendo protegida

por su fiel escudero, el asombro.

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