«El mundo es un lenguaje y no una colección de objetos».
Algirdas Julien Greimas
Algunos días desconozco el idioma que nos habla el mundo. Y eso no siempre me conflictúa: opto por disponerme a realizar mis propias lecturas de lo que observo. Entonces las miradas que gotea un colectivo lleno indican «y sí, a todos nos aquejan los mismos temores»; una plaza vacía presagia una rotación más veloz de la tierra; el olor de la ropa describe el día vivido; los automóviles rugen puteadas de distinto tenor.
Recién cinco dedos erguidos como granaderos me indicaron que debía detenerme. Dudé. Me confudí porque -minutos antes- también cinco dedos me habían despedido. Sí, es cierto, los primeros estaban menos rígidos. Hasta flameaban un poco.
Estoy seguro de preferir los signos flexibles.