Las conocí en mis pesadillas; sudé.
Dejé caer la lluvia tibia de la ducha y cerré los ojos, por las dudas.
Salí a la calle. Trabajé.
Volví a casa; en el espejo me esperaban nuevamente.
No he vuelto nunca más, pero aún las escucho.
Las conocí en mis pesadillas; sudé.
Dejé caer la lluvia tibia de la ducha y cerré los ojos, por las dudas.
Salí a la calle. Trabajé.
Volví a casa; en el espejo me esperaban nuevamente.
No he vuelto nunca más, pero aún las escucho.
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El ácido olor del dinero
vejó la obra
de aquel noble carpintero.
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