Archivo mensual: septiembre 2010

La tristeza más honda y dulce

Alejandra Pizarnik

Coleccionaba palabras; las seleccionaba y las distribuía en cajitas.

Luego las repartió: tras una selección perfecta, las liberó en versos memorables.

Se acercaba a todas las cosas con su extrema sensibilidad a flor de piel.

Su intensidad la consumió muy de prisa.

Sus poemas rondan siempre el abismo; al asomarse uno se extraña,  y la extraña.

 Hoy hace 38 años que decidió morir aquella tristedulce Alejandra.

Como siempre, es un gusto leerla:

.

L’obscurité des eaux

Escucho resonar el agua que cae en mi sueño.
Las palabras caen como el agua yo caigo. Dibujo
en mis ojos la forma de mis ojos, nado en mis
aguas, me digo mis silencios. Toda la noche
espero que mi lenguaje logre configurarme. Y
pienso en el viento que viene a mí, permanece
en mí. Toda la noche he caminado bajo la lluvia
desconocida. A mí me han dado un silencio
pleno de formas y visiones (dices). Y corres desolada
como el único pájaro en el viento.

Anillos de ceniza

                                                         A Cristina Campo

Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.

Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.

 Vértigos o contemplación de algo que termina

 

Esta lila se deshoja

Desde sí misma cae y oculta su antigua sombra.

 He de morir de cosas así.

 

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