El maquillaje no disfraza su tristeza
el gibré esparcido por su cuerpo
solo ilumina la huida de la ordinaria soledad
la blonda peluca recién peinada
cubre los pensamientos
más intrépidos del pasado
y los zapatos de charol colorado
esperan un amor que se cansó de viajar
las medias red cuidadosamente subidas hasta su entrepierna
simbolizan el camino al firmamento
el vestido de lentejuelas oscuras,
colgado aún en el armario de su historia,
conserva aquel final poco feliz
otra noche entre whisky y cigarros baratos
otro nuevo desafortunado caballero que viene y se va
y ella espera que el castigo de su ambigüedad infante se haga almíbar
para convertirse en una señora de guantes de seda
ya nadie golpea su puerta
ningún aventurero desea jugar en su jardín
su loca boca no tiene monumento
sus manos pintadas de inocencia
no guardan billetes verdes en el cajón
las ínfulas que alguna vez pretendió
se desvanecieron tras el diagnóstico infalible de su salud
cubriendo con un paño de raso negro
el destino evidente de su cruz.
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Emi Vega Hunicken, 2010.
Hermoso Emi, como vos!